Fundamentalmente estas posturas ayudan a mantener una columna flexible.
Con su práctica sentimos que se alinea la columna y que estimulamos la circulación de la energía por su canal principal (Sushuma). Destraban los bloqueos que se puedan encontrar, liberando las zonas estancadas. El plexo cardíaco se abre, el pecho se eleva y se expande.
El Camello (Ustrasana) es un buen ejemplo.
En esta postura, se activa el quinto Chakra (la garganta).
Arrodillados con las piernas en igual distancia que el ancho de caderas, estiramos el brazo derecho hacia atrás, llevamos las caderas hacia adelante, apoyamos la mano izquierda detrás de la cintura, y despacio llevamos esa mano hacia el pie izquierdo, hasta que la mano toque el talón, la mano derecha hace lo propio con el pie del mismo lado.
Una vez instalados en esa postura, mantenemos elevada la columna llevando los hombros hacia atrás y por último la cabeza.
Observamos con atención el estiramiento de los muslos, la apertura de la ingle, la elevación del toráx, estiramiento de la barbilla y trabajo de trapecios.
Luego de repetir tres veces, relajamos con postura del niño.
Las inclinaciones hacia atrás, apuestan a la valentía, ya que contrarrestan las posturas cotidianas, y a la fuerza de voluntad para mantenerlas. Y en la dificultad con la mente abierta, luchamos contra la pereza y la depresión. Nos permiten explorar zonas poco conocidas y nos obligan a dominar el miedo. Al alargar y abrir el vientre, estamos exponiendo nuestros órganos internos y nos sentimos también más vulnerables.
Siempre tener en cuenta en personas hipertensas, cardíacas, embarazadas, post-operados, lesiones lumbares, hernia de disco, la supervisión de un especialista y de autorizarlas, prácticas progresivas.
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