Eso se consigue poniendo en cada acción que realizamos todo el pensamiento, la fuerza física y la voluntad. En cambio, cuando hacemos una cosa y estamos pensando en la siguiente, la acción se realiza con esfuerzo y desgaste energético. Este principio aplicado al yoga significa que en cada asana debemos prestar la máxima atención con el cuerpo y la mente. Y es también el truco que nos ayuda a practicar las posturas más complejas, sin temor a no saber hacerlas y sin vanidad por lograr su ejecución.
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