Hígado y
la vesícula biliar
El hígado es la glándula más voluminosa y de mayor
temperatura del cuerpo. Está situado en la parte superior derecha del abdomen,
debajo del diafragma. Es un laboratorio químico que, entre otras cosas, fabrica
la bilis, esencial para procesar especialmente las grasas y
acelerar la evacuación intestinal. También neutraliza las sustancias
tóxicas del organismo y las expulsa del cuerpo.
Si se extirpa hasta un 40 por ciento de su volumen,
recupera su peso inicial en cuatro meses. Las más de quinientas funciones
distintas que realiza (hoy se asegura que son mil) las cumple con el mismo tipo
de células, como si se tuviera a mil individuos iguales pero con diferentes
entrenamientos. Lo que cambia no es la célula sino la información sobre la que
debe hacer. Esto explicaría, en parte, su sorprendente capacidad para
regenerarse.
La mejor
forma de cuidarlo es la moderación. El hígado está en su plenitud genética entre
la 1 y las 3 de la madrugada y la vesícula biliar entre la 23 y la 1. El
aporte sanguíneo adecuado a cada órgano depende no sólo del corazón sino
también del hígado, que es como el sol interno de nuestro cuerpo, de nuestro
microcosmos. Sin él no hay vida, pues posee la exclusiva capacidad de convertir
las proteínas vegetales y animales en humanas, siendo este un paso cualitativo. El
hígado y la vesícula biliar están ligados a la primavera y, como veremos, a la
ira, la cólera, la depresión, la esperanza y la envidia. Su elemento es la
madera y su expresión, el grito.
Después de
la inmovilidad del invierno, la primavera es como un grito primario de amor a
la vida y es, ante todo, movimiento centrífugo que se expande hacia afuera y
hacia arriba, como la savia de los árboles.
Cuidado del
hígado en primavera: Sugerencias
sencillas para restaurar el hígado.
AYUNO
Indudablemente,
el ayuno es el medio más efectivo para realizar la limpieza de nuestro
organismo, porque cuando no ingerimos alimentos sólidos, las enzimas que
habitualmente participan del proceso de digestión atacan los desechos que se
encuentran en nuestro interior. Además, con el ayuno se produce:
un descanso
para los órganos internos del cuerpo;
el
equilibrio de la química de la sangre;
mayor
claridad mental y espiritual;
la
desaparición de la ansiedad por drogas;
la
eliminación del sobrepeso.
Es preciso
ir adentrándose en el ayuno poco a poco, para que el cuerpo no sufra ningún
trastorno brusco. Los cambios repentinos nunca son saludables.
Para ello,
se irán aligerando las ingestas progresivamente. En primer término se pueden
eliminar las carnes, los dulces y toda clase de panificados. Es decir que se
consumirán cereales, frutas, legumbres y verduras. Luego, se pueden suspender
los cereales y las legumbres y, finalmente, las verduras y las frutas.
Durante el
ayuno propiamente dicho sólo se toma agua. Lo aconsejable es comenzar por
períodos cortos, a fin de acostumbrar al organismo. Diríamos que los ayunos de
uno o dos días son los ideales, porque cumplen la función de limpieza y, en
general, no provocan malestares ni bajas bruscas de peso.
Mientras se
extiende el ayuno es aconsejable realizar ejercicios físicos y caminatas, a fin
de facilitar la eliminación de los desechos.
Así como es
indispensable preparar el cuerpo para que deje de recibir alimentos, el regreso
del ayuno también debe ser progresivo. Se comienza con la ingestión de
alimentos fáciles de digerir y ricos en fibras para su mejor evacuación. Se
sorprenderá de lo delicioso que sabe la comida más sencilla.
MONODIETAS
No a todos
nos seduce la idea del ayuno. Para algunas personas es una práctica demasiado
drástica, o tal vez necesitan una preparación más prolongada hasta llegar a la
suspensión completa de alimentos. En esos casos, las monodietas son un camino
sumamente adecuado para comenzar la desintoxicación.
Las
monodietas consisten en la ingestión de una sola clase de alimento durante uno
o dos días. La elección de lo que se va a comer puede depender del gusto o
también de la parte del cuerpo que se quiera mejorar, por ejemplo:
La manzana
es adecuada para contrarrestar la acidez y las inflamaciones.
La uva
negra, para los padecimientos del corazón.
El arroz
integral es eficaz contra la artrosis.
El limón es
excelente para la protección hepática.
El líquido
adecuado para acompañar estas dietas es el agua, o en el caso de elegir una
fruta, su jugo.
Y, en
general, para cuidar el hígado:
Trate de
suprimir el exceso de grasas de las comidas. Y si puede, aunque sea por un día,
elimine el café, el cigarrillo y el alcohol. El café, en el trabajo, a veces es
un pretexto para hacer un breve recreo. En ese caso, pruebe reemplazarlo por un
té de hierbas;
Tome en
ayunas el jugo de un limón con agua tibia. Trata de hacerlo al menos durante
una semana, para desinflamar el hígado y la vesícula biliar.
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