CHAKRA
MULADHARA
Color: rojo
Elemento: tierra
Sentido: olfato
Expresión mental/ espiritual:
supervivencia, confianza, estabilidad, poder
Expresión corporal: glándulas
suprarrenales, sistema circulatorio, sistema óseo, dientes, uñas, ano, colon,
piernas y pies
El primer chakra (Muladhara) es nuestra raíz física, ancestral y vital.
Está ubicado en la base del coxis, entre el ano y los genitales, y su función
en el cuerpo se relaciona con la fortaleza de los huesos, los dientes, las
uñas, el intestino, las piernas y los pies. Constituye la energía primordial
sobre la que desarrollan los otros chakras, por lo cual su buen funcionamiento es determinante
para nuestro desarrollo espiritual y el adecuado funcionamiento de todas las
dimensiones que nos conforman. Es el primero de nuestros chakras inferiores,
que son aquellos que consolidan la manifestación más individual y más gruesa de
nuestro ser (la material).
Muladhara chakra
es el centro energético que nos provee la energía vital.
Es, además, la raíz de nuestro sistema energético, por ser el primero de
nuestros siete chakras principales. Aquí reposa el kundalini, la energía cósmica de la que habla la tradición
tántrica; y Sushumna, Ida y Pingala, los principales canales energéticos
(nadis) comienzan también en este punto, por lo que este primer chakra es el
centro de los ciclos de energía sutil que la medicina yóguica identifica.
Este chakra
regula las fuerzas que se relacionan con nuestro ser físico y nuestra relación
con el mundo material, además de la conexión con la tierra. Es el más cercano a
nuestra naturaleza más básica y tribal y el más alejado de nuestro ser
trascendente, pero es tan necesario como los más espirituales porque procura
nuestra supervivencia y nuestro bienestar físico, así como nuestra seguridad
personal. Es nuestro ser más elemental que requiere solidez y conexión con la
tierra como proveedora de vida, fuerza y protección. Es además la pulsión
que procura nuestra supervivencia, por lo que nos motiva a actuar. Pero además
nos da el impulso básico para funcionar día tras día, no solo como un latido
primitivo, sino como la confianza y el calor cuerpo-mente de donde sale la
capacidad de acción, la identidad grupal, la autoestima y motivación básicas.
Es el aspecto que nos conduce a construir y a buscar la estabilidad.
Por ser el
impulso que nos da vida, seguridad ontológica y física, confianza y poder, es
una parte fundamental de nuestro ser y tenerlo en cuenta es esencial para
nuestro bienestar. Corresponde a esta energía nuestro bienestar físico, el
estar conectados con la tierra y el entorno natural, así como con nuestro
cuerpo como una manifestación de la tierra y escuchar sus necesidades. Su
pulsión se conecta con nuestro ser corpóreo, primitivo y terrenal.
El
rojo que lo identifica corresponde al color de la energía más primitiva de
la tierra y por tanto también de la vida que emana de ella. También es el color
de la sangre. Nuestro plano más instintivo necesita del primer chakra para
sentir que tiene techo, comida y vestido, pero además que su bienestar está asegurado.
Esto tiene varias dimensiones además del bienestar físico, pues constituye el
arraigo grupal que nos da un sentido de pertenencia, un lugar espacial y
psicológico, y abarca además un plano de protección mental y emocional. Pero si
nos adentramos en el aspecto físico, nos damos cuenta además que este bienestar
se relaciona también con los ciclos y necesidades naturales del cuerpo para
desarrollar su potencial y su vitalidad.
Un primer chakra débil se puede manifestar en inseguridad, depresión,
problemas de salud, falta de estabilidad y problemas económicos. Es común que
se debilite ante grandes cambios o al cambiar de lugar. Su función
desequilibrada puede generar agresividad, posesividad o codicia. Para
abrirlo y estimularlo, es recomendable estar en contacto con la naturaleza,
hacer ejercicio físico, además de una serie de posturas de yoga como las de pie, que nos dan fuerza y estabilidad, o
aquellas sentadas que estimulan la base de la columna vertebral. Las terapias con cristales y
piedras preciosas,
colores, esencias y sonidos también son efectivas.
POSTURAS DE YOGA
Estas posturas de yoga nos ayudan a sentir la energía y firmeza de la
tierra, además de empoderarnos con sus cualidades: abundancia, energía, firmeza
y estabilidad. Una manera de esto es tener conciencia de nuestro cuerpo a cada
instante, sentir la energía que nos llega de la tierra (con posturas de pie que
aumentan la fortaleza y el equilibrio, o aquellas que conectan la base de la
columna con el suelo), dándonos apoyo, sosiego y abriendo nuestro sistema
energético desde la raíz.
Postura de la montaña
Párate con los pies paralelos y juntos, o un poco separados uno del otro si
esto te da mayor estabilidad. Mira hacia el frente, con la quijada paralela al
piso, con la columna recta y los brazos a cada lado del cuerpo, estirados, al
igual que los dedos de las manos, pero sin crear tensión; más bien siente cómo
cada parte de tu cuerpo está activa. Relaja los hombros. Pon atención a tu
postura: tu columna debe estar recta y tu espalda erguida. La pelvis está en
posición neutra. La parte frontal de tu cuerpo está ligeramente elevada y la
posterior se afianza en el suelo. Siente cómo te conectas firmemente con la
tierra que te da soporte y al mismo tiempo “creces” y tu columna se estira hacia
el cielo.
Sé consciente del contacto con la
tierra, distribuye muy bien el peso en los dos pies y plántate muy bien en los
dedos y la parte frontal del pie. Respira profundamente y toma conciencia de
cada parte de tu cuerpo, cómo estás parado firmemente en la tierra y cómo te da
solidez y vitalidad. Una variación de la montaña es con las manos juntas frente
al pecho, para conectarte con tu ser trascendente.
La postura de la
montaña (tadasana), contrario a lo que parece, es muy activa y requiere
mucha atención. Es además una postura fundamental para otras asanas (posturas
de yoga) y una buena manera de iniciar una práctica con conciencia y
profundidad.
GUERREROS
Para el guerrero I párate en
la postura de la montaña y separa tus piernas un metro ó 120 cms,
dependiendo de tu estatura. Levanta los brazos a cada lado del cuerpo y
déjalos firmes, paralelos al piso, con las palmas de las manos hacia abajo y
los dedos de las manos juntos y estirados. Gira ligeramente el pie
izquierdo hacia la derecha alrededor de 45 grados y el izquierdo también hacia
la derecha 90 grados.
Mantén la pierna izquierda estirada y firme. Rota el
torso hacia la derecha totalmente 90 grados, asegurándote de que tus caderas
están perfectamente cuadradas hacia el frente. La columna debe estar
recta. Busca la estabilidad en tus pies y tobillos. En la siguiente
exhalación dobla tu rodilla derecha de manera que tu muslo debe hacer un ángulo
de 90 grados con el suelo y tu pantorrilla está perpendicular. Cuida que tu rodilla
no esté más allá de tu tobillo y que no dobles más de 90 grados para no poner
en riesgo tu rodilla. Asegúrate de que tu cadera quede bien cuadrada hacia el
frente y que no se haya abierto hacia la izquierda. Estira los brazos por
encima de tu cabeza, perpendiculares al suelo, con los dedos estirados hacia el
techo y mantén la postura.
Activa tus piernas y tus brazos y lleva la mirada
hacia la punta de tus dedos. Abre el pecho, estirando más tu columna. Siente el
apoyo de tu pie izquierdo y la conexión firme entre tus piernas y tu torso.
Permanece en la postura durante 30 segundos,
respirando profundamente, sintiendo cómo te conectas con la tierra, te llenas
de vitalidad y energía y te emponderas con la fortaleza espiritual del guerrero.
Repite en el lado opuesto. Hay diferentes variedades de guerreros pero todos nos
dan fuerza externa e interna, espíritu activo, estabilidad y templanza. La
práctica nos ayuda a enfrentar el miedo, la inseguridad y otros estados como la
falta de energía.
POSTURA
DEL TRIANGULO
Comienza en la postura de la montaña, con los pies juntos y los brazos a cada lado del
cuerpo, sin tensión pero con atención. Separa los pies entre 90 y 120 cms,
según tu altura. Con una inhalación, levanta los brazos a la altura de tus
hombros, con las palmas de las manos hacia abajo. Eleva tus muslos, abre el pecho
y estira tu columna.
Gira tu pie
izquierdo hacia afuera 90 grados, girando la pierna completa desde la cadera.
Gira también
el pie derecho unos 45 grados hacia la izquierda. Mantén las piernas bien
estiradas y el muslo activado durante todo el proceso. Eleva el brazo
derecho, manteniéndolo estirado, junto a la oreja derecha y siente el
estiramiento en todo el lado derecho. Manteniendo este estiramiento,
inhala y, al exhalar, dóblate hacia la izquierda, desde la cadera, evitando
girar el cuerpo demasiado, aunque permitiendo que la cadera derecha se desplace
un poco hacia adelante. Apoya tu mano izquierda sobre tu canilla, sobre el
tobillo o el piso.
Eleva tu
brazo derecho hacia el cielo y lleva tu mirada hacia arriba, hacia tu mano
derecha, que debe estar con los dedos juntos y extendidos, como una espada. Si
lo prefieres, puedes mantener la mirada hacia adelante para comenzar, pues esto
favorece el equilibrio. Sostén durante 30 segundos, sintiendo cómo tus
pies te dan solidez sobre la tierra. Es importante que, mientras la sostengas,
recuerdes respirar de forma estable. Repite hacia el lado contrario.
POSTURA DE LA
GUIRNALDA
Comienza de pie. Los pies están paralelos uno al otro,
abiertos a una distancia similar al ancho de tus hombros. Activa los músculos
del abdomen. Lentamente y con conciencia, haz una sentadilla con los pies
bien firmes en el piso y bajando tanto como puedas. Lleva tu torso un poco
hacia adelante, entre tus muslos. Asegúrate de que la base de tu columna esté
apuntando hacia el piso y tu columna esté muy recta.
Con los
codos ayuda a abrir un poco los muslos, juntando las manos (la postura de
oración). Respira profundamente y siente cómo estás firme en el suelo y cómo tu
espalda está activa. Tu columna debe estar alargada. Puedes permanecer dónde
estás o aumentar el reto elevando los brazos. Intenta sostenerte con confianza
la postura de la guirnalda mientras ésta abre tus caderas y te da estabilidad
interior. Sostén alrededor de 30 segundos, respirando con conciencia. Para salir
puedes inhalar y estirar las piernas controladamente para volver a estar de
pie.
Malasana es una postura bastante exigente y nos ayuda a
fortalecer las piernas, a darnos solidez y confianza interior.
POSTURA DEL NIÑO
Siéntate con las rodillas separadas para que haya
mejor relajación, los dedos de los pies en contacto uno con otro. Inhala y al
exhalar, dóblate hacia delante. Tu abdomen y pecho cae entre tus muslos. Posa
tu frente en el piso y lleva tus brazos hacia atrás, estirados pero relajados,
al lado del cuerpo. Las palmas de las manos miran hacia arriba. Cierra los
ojos.
Relaja los
hombros y deja que caigan hacia el piso, y siente cómo los omóplatos se abren a
cada lado, ampliamente.
Suéltate a
la postura, permite que el peso de la cabeza recaiga totalmente sobre el piso,
dándote sosiego, apoyo y confianza.
Respira
profundamente y con conciencia plena. Siente cómo tu abdomen presiona sobre tus
muslos cuando inhalas. Siente también cómo tu cavidad torácica se expande hacia
los lados cuando inhalas y luego se desinfla. Siente también cómo la parte
posterior de tu torso también crece hacia el cielo, expandiendo tu columna. Con
cada inhalación, relaja cualquier tensión física o mental.
Esta es una
postura restaurativa que nos da descanso, nos revitaliza y nos da serenidad
mental. Como no estás haciendo esfuerzo, la puedes mantener varios
minutos.
Más asanas
para este propósito
Esta es una selección de posturas para el primer chakra. Hay otras posturas
que activan las cualidades de este chakra como la postura del árbol y en general la mayoría de las asanas de pie. La
torsión espinal, y en general aquellas en las que estamos sentados, con nuestra
columna vertebral recta y en contacto firme con la tierra, como el loto, el
medio loto y la mariposa, también activan el primer chakra.
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