EL YOGA EN INVIERNO
Invierno… Días grises, húmedos y nublados que se han acortado
sensiblemente… Comienza el receso invernal propiciado por la infinita sabiduría
de la Naturaleza, que mediante el letargo y la pasividad, podrá reparar los
daños ocasionados en los cuerpos de hombres, animales y plantas, estado que se
prolongará hasta que llegue la esplendorosa Primavera a inundarlos de nuevas
fuerzas vitales. El efecto del frío produce en
todos los seres vivos un movimiento de contracción, un cerrarse hacia la propia
interioridad. El mismo ser humano ve limitadas sus actividades habituales y
busca refugio en la cálida estructura de su hogar material, con un íntimo
sentimiento de seguridad y comodidad. El letargo
invernal le hará sentirse más calmo y relajado, más quieto y silencioso, lo que
le permitirá disfrutar mejor de su propia corporeidad. Al
permanecer más tiempo en el interior de la vivienda podrá advertir sus
deterioros, rescatará colores y formas olvidadas, pondrá en orden sus cosas
personales y se liberará de las cosas viejas e inservibles que le quitaban
tanta energía. Serán días en que el aroma de las
delicias culinarias se filtrará al exterior por las pequeñas hendijas de las
aberturas y días, en que olvidados instrumentos musicales saldrán de su quietud
y silencio y volverán a poblar la casa de sonidos nuevos, recién recuperados,
días en los que el ser humano se dejará estar sin intención de hacer otra cosa
que pensar y reflexionar.
Y así
llegará el momento en que al silenciarse el bullicio del mundo exterior se
quede solo ante su verdadera naturaleza, ante su íntima verdad. Quizá pueda
intuir que lo que va a encontrar allí no será de su agrado y por eso se resiste a quedarse solo y a
penetrar en ella. Pero su verdad está allí, hablándole silenciosamente, ahogada
por un torbellino de ruidos y palabras, oculta bajo las densas capas formadas
por sus recuerdos y sus experiencias pasadas. Y así como al permanecer más tiempo en el interior de su hogar material,
pudo advertir sus deterioros, rescató colores y formas olvidadas, ordenó sus
cosas personales y se liberó de las cosas viejas e inútiles que le quitaban
tanta energía, así también, al introducirse en su propia interioridad mediante
el simple ejercicio diario de la auto observación propiciado por el letargo
invernal, manteniendo una actitud calma, despierta, alerta y de callada vigilancia, advierte
cuánta basura había acumulado en su interior sin darse cuenta, sin ser
consciente de ello…¡Cuántos conceptos erróneos! ¡Cuántos prejuicios, ilusiones
y falsas creencias!
Invierno…
Vamos aquietando nuestros pensamientos y alivianando nuestra mente para que al
alargarse el espacio entre cada pensamiento pueda surgir el poder de nuestra
conciencia. Nos vamos aquietando dulcemente y descendemos a profundidades
desconocidas de nuestro Ser, donde se encuentran fuerzas latentes y capacidades
dormidas inherentes a la realidad humana, desde donde fluye, cual una ola
gigante que se originó en las profundidades y pugna por emerger a la
superficie, el palpitante misterio de la naturaleza humana, la parte
desconocida de Dios y la Gran Naturaleza que vive en cada uno de nosotros como
germen de nuestro futuro ¡Gracias invierno! ¡Gracias Naturaleza! por hacer
posible que cada año podamos retirarnos dulcemente en nuestro interior para
comenzar a ser un poquito más conscientes.
La emoción predominante en
el invierno, es el miedo, que tiene miles de millones de años de antigüedad y
que se fue transmitiendo de generación en generación, de mutación en mutación.
Charles
Darwin observó que el miedo y la ira son emociones muy anteriores al hombre y
que, en cambio, la pena y la ansiedad se originaron prácticamente con él.
Un dato
interesante, por ejemplo, es que los ciervos, así como otros animales,
reconocen al depredador aún sin haberlo visto nunca.
El miedo
constituye el desencadenante de la respuesta orgánica inducida por el estrés.
Cuando el
cerebro detecta el peligro, emite señales de todo tipo hacia los órganos
corporales, que lo ayudarán a defenderse y a salvarse en la emergencia.
Esa comunicación
se establece por los filamentos del sistema nervioso y por las sustancias
químicas endógenas, neurotransmisores, que liberadas en el torrente sanguíneo y
linfático forman una poderosa red de información dentro del cuerpo. En la
respuesta al estrés intervienen especialmente la adrenalina y el cortisol,
segregados por las glándulas suprarrenales.
Es oportuno
recordar que para la medicina china, en los riñones reside el miedo y, junto
con la vejiga urinaria, son los órganos que más hay que cuidar en invierno. Es
asombroso pensar que debieron pasar miles de años para que la ciencia
verificara este vínculo entre el miedo, el estrés y las suprarrenales. Los
mensajeros químicos hacen que el flujo de la sangre se redistribuya en las
zonas que están alertas, en la emergencia para suministrar energía a los
músculos y órganos clave. Una persona sometida a estrés durante mucho tiempo
sufre consecuencias patológicas y puede llegar a tener lesiones cerebrales.
La respuesta
al estrés es altamente positiva porque nos permite gozar de la vida. El
crecimiento humano exige enfrentar cambios y producir nuevas respuestas. No es
posible crecer sin las transformaciones y estas generan estrés.
La medicina
China, también vincula los riñones al oído, al sonido y a la energía sexual.
La medicina
occidental ha advertido coincidentemente, la relación existente entre los
órganos sexuales y la garganta.
DIFERENTES TIPOS DE MEDITACION
Aunque en
sus diferentes enfoques, todos ellos nos llevan al mismo objetivo básicamente
trabajan con la concentración de la mente, la tradición del Yoga clasifica las
técnicas en dos grupos:
La
meditación saguna (significa con cualidades) en la misma la concentración
se dirige a un objeto concreto, puede ser una flor, una imagen, una parte del
cuerpo, o una función como la respiración.
La
meditación ninguna (sin cualidades) la concentración, está en una idea
abstracta, un concepto puro, como puede ser Dios, a quien no podemos describir.
Otro tipo,
sería la subjetiva, ya que el objeto de la concentración esta constituído
por los contenidos de la propia mente., tomamos conciencia de nuestro propios
pensamientos y sentimientos sin centrarnos en objeto externo, la palabra para
esta actitud sería testigo, ya que tratamos de no involucrarnos con lo que surja,
así los pensamientos se hacen escasos y podemos purificar nuestra mente.
POR QUE REPETIMOS EL MANTRA?
El mantra
es un sonido de una o varias sílabas, que se repite y se repite, en voz alta o
baja o mentalmente. Ayuda a la concentración para encauzar la mente, y su poder
reside
En la
cualidad vibratoria sobre el cuerpo.
El mantra de
la India : Om
mani padme hum. Que repetimos en nuestras meditaciones, es una opción dentro de
infinitas. Podemos optar también por el Mantra universal
OM
Pronunciando
El Om así: la “o” muy alargada se pronuncia con la exhalación y para la
“m” la
hacemos como esbozando una sonrisa. Sonará como un “ng”.
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